Por: Juan Carlos Pérez Salazar
Desde los años setenta, la realización de un periodismo de investigación más
profundo, riguroso y que no esté sujeto a la camisa de fuerza del cierre diario, se
convirtió en una necesidad para los medios escritos. Necesidad, no capricho: ante
la avalancha de los medios electrónicos, que ofrecen la noticia casi instantánea y
en directo, pero corta y sin explicación suficiente, el fuerte de los medios escritos
debe ser la contextualización de esa noticia y la profundización en sus causas y
posibles consecuencias.
En la última década ha ocurrido un auge del periodismo investigativo en América
Latina y, como señala Andrés Oppenheimer, todo indica que el género "va a au-
mentar aún más" ya que "hay una sed de los lectores por conocer cosas que los
periódi-cos no les están dando".
Oppenheimer opina también que, ante las nuevas tecnologías tales como internet
y la televisión por fibra óptica, la supervivencia de los noticieros televisivos y
los periódicos tradicionales depende "del periodismo analítico e investigativo.
Vamos a tener que hacernos indispensables para los lectores ofreciéndoles
investigaciones e informaciones que no puedan recibir en los titulares el nuevo
sistema televisivo."
LAS ÉLITES
Sin embargo, algunos advierten que la investigación periodística puede conducir
a la creación de una "élite" de reporteros, como ocurrió en el caso del diario El
Tiempo, de Bogotá. Los integrantes de la unidad in-vestigativa se convirtieron en
luminarias y en los únicos autorizados para tratar los grandes temas, opacando a
los demás perio-distas.
Horacio Verbitsky, de Página 12, quizá el periodista investigador más conocido
de A rgentina, es contrario a esas unidades. Considera que todas las áreas de un
diario deben investigar, pero con condiciones favorables para hacerlo, tales como
tiempo y disminución en la intensidad del trabajo diario.
Gabriel García Márquez, por su parte, sí es partidario de las unidades de
investigación e incluso destaca en sus talleres de periodismo que es necesario
convencer a los medios de que hay dos tipos de trabajo cuyos ritmos son muy
diferentes: uno es el de la acelerada labor noticiosa diaria, y el otro el de la
pausada labor de análisis e investigación.
Una propuesta interesante es la de crear equipos de coyuntura, para que la
mayoría de los reporteros tengan la oportunidad de in-vestigar y empaparse de los
principales lineamientos y herramientas del periodismo investigativo.
Lo que debe quedar claro es que los equipos de investigación co-yuntural deben
tener tiempo suficiente para realizar su trabajo con criterio y rigor, lo que significa
una reducción en la intensidad del trabajo diario y, a su vez, una sobrecarga para
el resto de los repor-teros.
Una posibilidad es contar con reporteros supernumerarios que dependan de
la jefatura de redacción y realicen reemplazos en vaca-ciones, descansos,
investigaciones de sus compañeros, etcétera.
¿SÓLO DENUNCiA?
Verbitsky tiene una postura radical ante el periodismo investigativo, al igual que
el colombiano Alberto Donadío: es un periodismo esencialmente de denuncia, de
destapar ollas podridas. "Es todo aquello que alguien no quiere que se sepa", dice
Verbitsky. "Lo de-más es propaganda." Sin embargo, ese punto de vista descarta
la po-sibilidad de hacer investigaciones de carácter más cultural y social, que
indaguen otras facetas de la realidad no necesariamente ocultas por corrupción o
desdoro.
Juan José García, asesor de la dirección del diario El Colombiano, de Medellín,
considera que "es equivocado seguir pensando que sólo se investiga cuando
se denuncia" y que en América Latina el modelo creado por Woodward y
Bernstein "no agota el concepto de investi-gación".
García señala que es posible investigar sin esperar re s u l t a d o s inmediatos
como la caída de un funcionario corrupto, y destaca la importancia del trabajo
investigativo en la formación de la conciencia pública. "Hay un influjo depurativo
de la investigación en la sociedad", dice García. "Enseña transparencia y ayuda a
la limpieza de las costumbres políticas, económicas, administrativas y sociales.
Pero esta finalidad se consigue a mediano y largo plazo."Por otra parte, la
investigación de denuncia no sólo debe re a l i z a r s e contra el Estado. También
deben ser objetos de ella los part i c u l a res, ya que la empresa privada no
necesariamente es sinónimo de pureza ni de manejo ejemplar de recursos. Pero
es evidente que las investigaciones a part i c u l a res podrían provocar presiones
más fuertes, incluso de tipo c o m e rcial. También supondrían dificultades de corte
metodológico. Es más complicado conseguir datos, documentos y entrevistas
sobre una empresa privada que sobre una entidad el Estado.
Por ello, el área de investigaciones debe buscar un equilibrio entre la investigación
de denuncia y la de carácter cultural o social, y evitar saturar a los lectores con
denuncias diarias, muchas veces in-sustanciales, que en principio pueden generar
interés y hasta aumento en la circulación, pero que a la larga sólo provocan
escepti-cismo y pérdida de credibilidad.
CRITERIOS Y APOYO
Los temas de los reportajes de investigación deben ser escogidos y discutidos
por un comité, y las normas para hacerlo deben ser claras. Por ejemplo, debe
considerarse la incidencia real del reportaje en la comunidad, y no los intereses
particulares o las políticas parti-distas.
También es conveniente que cada investigación cuente con un p royecto mínimo
previo que incluya una formulación precisa del problema; una hipótesis de lo
que ocurre; la especificación clara del universo de estudio y de las fuentes
documentales, testimoniales y ambientales; las estrategias para consultar las
fuentes, y un cronograma para la realización de la investigación, incluyendo
evaluaciones parciales.
Toda la información que se publique debe estar respaldada por documentos,
grabaciones u observaciones directas de los reporteros, y se deben exponer
hechos escuetos y demostrados, sin caer en la tentación de ser jueces y condenar
antes que la justicia.
Asimismo, para las investigaciones sobre denuncias serias es conveniente
contar con la asesoría de un buen abogado independiente y con otros asesores
profesionales que puedan ser consultados a lo largo de la investigación.
Resulta clave el apoyo del periódico a las investigaciones. Una vez que se haya
acordado un tema, se hayan evaluado las consecuencias del trabajo y se haya
decidido la investigación, se debe estar a salvo en su labor de indagación y
desocultación."
Al respecto, Verbitsky dice que es "válido sentir miedo al investigar ciertos temas
porque con ello puede ponerse en peligro la vida del periodista o la integridad de
su familia.
Incluso es válido renunciar a la investigación si la seguridad personal no está
garan-tizada.
Cuando pese a todo se decide avanzar no queda más remedio que llegar hasta
las últimas consecuencias." Alberto Donadío dice que la unidad de investigación
de El Tiempo no se acabó por falta de interés del trío que la conformaba (Gerardo
Reyes, Daniel Samper y el propio
Donadío), ni por las amenazas o porque "súbitamente hubiéramos descubierto
una vocación tardía hacia la veterinaria o la odon-tología. Nos callaron..." La
censura que su-frieron todos los integrantes de la unidad, agrega Donadío, "fue
tanta y tan continua que nos frenó, nos agotó y finalmente nos venció.
Inevitablemente nos llevó a todos a retirarnos, sí, voluntariamente, porque simple y
llanamente no se podía trabajar."
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